Altura, Conocimiento.
"...
La quinta luna
daba tanto miedo
era la cabeza de una dama
que sintiendo la muerte cercana
al billar jugaba.
Era grande y elegante,
no era joven, no era vieja
tal vez enferma
seguramente estaba enferma
porque sangraba un poco por la oreja.
..."
Fragmento de la Canción de Emmanuel 'La Última Luna', del año 1987.
«Un hombre vivía al lado de una calle en la
que vendía perritos calientes. Se ocupaba de la propaganda del negocio y
colocaba carteles por la calle; ofrecía
su producto en voz alta y los transeúntes compraban. Las ventas fueron aumentando
y compraba cada vez mejor pan y mejores salchichas. Tuvo que comprar también un
fogón mayor para poder atender un creciente número de clientes. El negocio prosperaba... Sus
perritos calientes eran los mejores de todo el barrio.
Triunfador, consiguió pagar una buena
escuela para su hijo. El niño creció y fue a estudiar economía en una de las
mejores universidades del país. Finalmente, ya formado, volvió a casa, notó que
el padre continuaba con la vida de siempre y decidió tener una conversación
seria con él: “Padre, ¿usted no oye la radio? ¿No ve la televisión ni lee los
periódicos? Hay una gran crisis en el mundo. La situación de nuestro país es
crítica. Todo está muy mal. El país va a quebrar”.
Después de oír las consideraciones de su
hijo, doctor, el padre pensó: “Si mi hijo, que estudió economía, lee los
periódicos y ve la televisión, cree esto, seguro que tiene razón”.
Con miedo a la crisis, el padre buscó un
proveedor de pan más barato (y, claro, peor) y comenzó a comprar salchichas más
baratas (que eran, también, peores). Para economizar, dejó de colocar carteles
de propaganda en la calle.
Desanimado por las noticias de la crisis,
ya ni siquiera ofrecía su producto en voz alta. Tomadas todas estas “providencias”,
las ventas comenzaron a caer y fueron disminuyendo hasta niveles insoportables
para el negocio del viejo, que antes generaba recursos incluso para pagar los
estudios de economía del hijo y que, al final, quebró.
El padre, triste, entonces habló con el
hijo: “Estabas en lo cierto, hijo mío. Estamos en medio de una gran crisis”. Y
comentaba con los amigos, orgulloso: “Bendita la hora en la que animé a mi hijo
a que estudiara economía. Así me pudo avisar de la crisis...”.
¿Se acuerdan de esta historia? ¿Conocen a
alguien que pueda estar en peligro de que le pase algo parecido? “¿Es real la
realidad?”, se preguntaba ya hace muchos años Paul Watzlawick. ¿Cómo sabemos lo
que creemos saber? Cada cierto tiempo aparecen noticias nada agradables sobre
la denominada “crisis financiera” y, en su supuesta machacona realidad, nos van
sumiendo en un estado de ánimo cercano a la depresión. Y cada día peor... Y
parece que son los prolegómenos de los momentos peores que acontecerán en el
futuro próximo. Y las quiebras aumentan y, lo que es peor, sus consecuentes despidos...
¿Hasta qué punto nosotros mismos somos
víctimas de “profecías que se autocumplen”?, se pregunta Paul Watzlawick. ¡Menos mal
que, en el fin de año, todos nos desearemos “¡Feliz Año Nuevo!” ».
Autor: José María Gasalla.
Bien, ahora ponga atención a una definición
para la «Psicología Positiva», esta dice que:
Seligman y
Csikszentimihalyi. Catalizar el cambio sobre la idea de potenciar las experiencias
positivas.
Ahora, en la opinión de mi persona, M.C.
Enrique Ruiz Díaz, declaro que yo veo un enfoque con importante intersección
entre la citada Psicología Positiva y la extensa (afortunadamente) Psicología o
Filosofía de la Superación Personal.
Debo decir que a través de comunicación
telepática se me aclaró que la Psicología Positiva (como ciencia que es) busca
también conocer la identidad cultura de la persona, sus engranajes culturales
autóctonos que le perteneces, porque de ese conocimiento el psicólogo descubre
los catalizadores para desatar el potencial de la persona. Mientras que la
psicología del éxito puede restringirse (a efectos de esta aclaración) a una
aportación teórica importante, pero que no cuida de enlaces culturales propios de
la persona. En este caso, por citar un ejemplo, la psicología del éxito de «los
Siete hábitos de las personas efectivas», de Stephen R. Covey, misma que
transmite una teoría importante pero no le compete ver que despierta la cultura
propia de cada persona a esa persona.
Sea como fuere tengamos conciencia de la
intersección de enfoque entre psicología positiva y filosofía del éxito para
anotar que la mente de muchas personas enferma por tomar mucha nota de las
cosas negativas. Así que cuando uno lee metódicamente la sicología o filosofía
del éxito, uno aprende a tomar mejores observaciones del mundo, y en
consecuencia la mente se encamina hacia la salud mental y el triunfo.
Presentó y Escribió: M.C. Enrique Ruiz Díaz.
Con título y cédula profesional 5632071 en
la Maestría en Ciencias de la Computación.
Egresado del Instituto Tecnológico de
Orizaba, Veracruz, México.